Me dispararon junto con mis padres cuando tenía quince años, la verdad, enfadar a ese tío no fue buena idea. Senti algo extraño cuando me estaba muriendo, una sensación de calidez y de dulzura, pero se pasó rápido. Se me apareció una figura extraña y angelical, la cual me dijo:"la vida mortal demasiado valiosa como para que tú hayas desperdiciado la tuya".
Por: Álvaro Fernández
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